
(Por Cristian Paladino) – En silencio, con esfuerzo y compromiso, se construyen los cimientos del mañana. A veces no hace falta un gol ni una ovación para reconocer cuándo se está jugando un verdadero partido importante. Esta vez, los protagonistas no son los pibes en la cancha, sino quienes, desde la gestión y la planificación, apuestan a mejorar el entorno donde nacen los sueños azulgranas.
Con el aval de la Comisión Directiva, la Subcomisión de Fútbol Juvenil de San Lorenzo se encuentra llevando adelante una serie de trabajos de reacondicionamiento y mantenimiento en las instalaciones que conforman el corazón operativo del fútbol formativo.
Las obras abarcan tanto el interior como el exterior del edificio principal del área, ese que aloja a diario el ir y venir de más de doscientos jóvenes futbolistas, y que alberga espacios clave como los vestuarios, la utilería, el sector médico y el área audiovisual.
El objetivo es claro: dotar de mayor funcionalidad, comodidad y calidad a un espacio que cumple un rol fundamental en la formación de los chicos, no solo en lo futbolístico sino también en lo humano. Embellecer y modernizar el lugar donde los pibes se cambian, se curan, se preparan y hasta repasan videos de sus partidos es también invertir en su desarrollo. Es sembrar identidad, pertenencia y cuidado.
En simultáneo, y como parte de una planificación integral, también se informó que tras la jornada del sábado ante Defensa y Justicia, el campo de juego principal destinado a las divisiones juveniles entrará en una etapa de siembra y recuperación del césped, lo que demandará alrededor de un mes de inactividad. Durante ese período, los partidos oficiales se trasladarán a la cancha auxiliar que habitualmente utiliza la División Reserva para entrenar, ubicada junto al sector de tenis del predio.
Aunque puedan parecer detalles para algunos, quienes conocen el detrás de escena del fútbol juvenil saben que estos trabajos no son menores. Cada mejora en infraestructura es una señal. Es decirle al chico que llega todos los días con la mochila cargada de ilusión que su lugar importa. Que su esfuerzo no pasa desapercibido. Que el club está pensando en él.
En épocas donde muchas veces se discute hacia dónde debe ir el crecimiento institucional, estas decisiones reflejan un rumbo. No hace falta apurar procesos ni prometer debutantes por docena: lo importante es que el camino esté claro, firme y cuidado. Como el césped que en breve volverá a brotar.
Porque el futuro no se improvisa. Se planifica, se riega, se trabaja… y se construye, ladrillo a ladrillo, para que un día, cuando uno de esos chicos llegue a Primera, pueda decir con orgullo: “yo nací en un lugar que me preparó para esto”.