
(Por Cristian Paladino) – Nacido el 28 de mayo de 2009 en Roque Sáenz Peña, provincia de Chaco, Tommy Pavel lleva en su ADN la tranquilidad del norte y la determinación de quienes vienen desde lejos a pelear por un sueño. Con apenas 15 años, este volante creativo se ha convertido en una pieza clave de la Séptima División de San Lorenzo, en la categoría 2009, mostrando un crecimiento sostenido desde su llegada al club en 2022.
Desde su puesto como doble cinco, Pavel no solo le aporta pausa y claridad al juego azulgrana, también pisa el área y marca goles importantes. “Me vengo sintiendo muy bien y gracias a Dios pude convertir en los últimos partidos. Estoy teniendo muchos minutos”, cuenta con serenidad, como si hablar de rendimiento en una de las instituciones más grandes del país fuera parte de su rutina.
Tommy vive en la pensión del club, ese lugar que, más que un alojamiento, funciona como hogar para cientos de chicos que sueñan con llegar a Primera. “La pensión es un lujo, la gente que trabaja ahí es muy buena. Los encargados, cocineros, la gente de limpieza, la psicóloga, la nutricionista… todos te tratan de diez. Y los chicos, ni hablar: en la pensión somos todos hermanos”, dice con una sonrisa que refleja gratitud.
Una figura con técnica y carácter
Quienes lo ven jugar no tardan en notar su físico privilegiado, que complementa con una técnica depurada y una pegada que ya ilusiona a más de uno en Ciudad Deportiva. Él mismo se define como un futbolista “con muy buena técnica, buena pegada, visión de juego y que está llegando más al área, que era algo que me pedían los técnicos que tenía que sumarle a mi juego”.
Actualmente, actúa como volante central adelantado, con libertad para crear y distribuir, pero sin descuidar la marca. “Estoy jugando de doble cinco, un poco más suelto para jugar, pero el técnico también me exige en el tema de la marca: no solo marcar al jugador que tengo adelante, sino también cubrir las espaldas y volver cuando se pierde la pelota”, explica.
Un semestre de evolución y aprendizaje
San Lorenzo viene de un triunfo ante Independiente Rivadavia que marcó un punto de inflexión. “Lo vi muy bien al equipo, muy unido. Pudimos marcar la diferencia de entrada y eso nos sirvió mucho para sacarlo adelante”, analiza con una madurez poco habitual para su edad. Sobre la actualidad del grupo, resalta: “Mejoramos un montón, no solo en lo técnico-táctico, sino también en la actitud y la unión del grupo”.
El trabajo fuera de la cancha también es parte del crecimiento: “Todas las semanas hubo un gran trabajo de Sandra y Ale, las psicólogas, para unir al grupo. Hicimos una buena pretemporada y eso se reflejó en el juego. Al principio nos costaba marcar esa superioridad en el resultado, pero lo fuimos logrando”.
De Chaco a Boedo: un sueño en marcha
Su llegada a San Lorenzo fue el resultado de una buena actuación en un torneo regional. “Fue a mediados de 2022, después de un torneo con mi equipo en el que estaba el profesor Gabriel Gil, que es captador del club. Le gustó cómo jugué y a las semanas me llamaron para una prueba. Jugué un torneo con el equipo y al siguiente año entré en pensión”, recuerda.
Desde entonces, su vínculo con el club no ha hecho más que fortalecerse. “Es muy lindo cada vez que te ponés la camiseta y salís a jugar. Me encariñé mucho con el club. Siempre vamos a la cancha, y es hermoso ver a la hinchada”, dice con los ojos brillosos, como quien sabe que ya forma parte de algo grande.
Tommy Pavel no corre detrás de flashes ni promesas ruidosas. Prefiere hablar en la cancha, con ese juego pausado, elegante y cerebral que ya empieza a dejar su huella en el semillero azulgrana. Su historia recién comienza, pero la base está sólida. Y en San Lorenzo lo saben: en la pensión de los sueños, hay un chaqueño con técnica y temple que está escribiendo la suya.