(Por Cristian Paladino) – Es muy duro tener que escribir estas líneas. Uno siempre espera que el fútbol juvenil esté asociado a la ilusión, al esfuerzo, a los sueños por cumplir… pero hoy nos toca despedir a Valentino Guzmán, jugador de la Octava División de San Lorenzo, categoría 2010, que con apenas 15 años nos deja tras una dura lucha contra el sarcoma de Ewing, una enfermedad tan compleja como injusta.
Valentino era un chico lleno de vida, de metas, de sueños que parecían no tener techo. Y aun en medio de los tratamientos, de las recomendaciones médicas y de las batallas que debió dar desde tan joven, jamás perdió la esperanza. Su deseo siempre fue volver a vestir la camiseta azulgrana, defenderla junto a sus amigos, correr por esa banda derecha que tantas veces supo recorrer con fuerza, sacrificio y entrega.
Tuve la posibilidad de verlo jugar cuando todavía formaba parte del fútbol infantil de San Lorenzo. Era un lateral derecho con un físico privilegiado para su edad, con condiciones que hablaban de un jugador de proyección. Aguerrido dentro del campo de juego, pero fuera de él, un chico de perfil bajo, amable, amigable, siempre predispuesto. De esos que generan respeto y cariño con solo compartir un vestuario o una charla.
Su partida nos deja una herida profunda, porque no se trata solo de un futbolista, sino de un joven que encarnaba la amistad, la fraternidad, la inocencia y el amor genuino por el fútbol. Todo eso que ahora quedará guardado en la memoria de sus compañeros, de sus entrenadores, de cada rincón del Semillero Azulgrana donde dejó su huella.
Hoy no hay explicación posible. Solo queda la tristeza de saber que ya no lo veremos con la camiseta que tanto soñó volver a defender. Pero también queda el consuelo de que Valentino será recordado siempre como lo que fue: un chico valiente, luchador y querido por todos.
Desde Semillero Azulgrana lo despedimos con el corazón en la mano, acompañando a su familia, a sus amigos y a toda la familia azulgrana en este dolor inmenso.
Hasta siempre, Valentino. Tu nombre quedará escrito para siempre en el alma de San Lorenzo.
