
(Por Cristian Paladino) – En una tarde mágica en Ciudad Deportiva, San Lorenzo fue una máquina afinada. Con contundencia y juego, venció 4 a 1 a Atlético Tucumán por la 12ª fecha del Torneo Proyección – Apertura 2025. Entre los protagonistas del triunfo, un nombre empieza a repetirse con más frecuencia en las planillas de gol: Alan Salas.
El delantero categoría 2006 se hizo presente en el marcador y dejó su sello. No es el primero del torneo: ya había anotado en la victoria por 2 a 0 frente a River, en la 3ª fecha. Pero más allá de las estadísticas, su huella se distingue por actitud. Es uno de esos delanteros que incomodan, que presionan, que no negocian el esfuerzo. Salas no da una pelota por perdida, y esa perseverancia parece estar tatuada en su manera de jugar.
“La clave del triunfo fue tener el control del juego y ser efectivos a la hora de finalizar las jugadas”, explicó con naturalidad, como si no hablara de su primer grito en casa. Y agregó: “El equipo respondió muy bien. Veníamos de dos derrotas por detalles, pero esta vez se vio el trabajo de la semana. Fue un triunfo merecido”.
Diestro, vertical, con el arco siempre entre ceja y ceja, Salas llegó a San Lorenzo en el año 2023. Venía desde San Lorenzo de Córdoba —su provincia natal—, con sueños bajo el brazo y una entrega que lo define más allá del resultado. La adaptación no fue de un día para el otro, pero la evolución es visible. Trabajó su cuerpo, su potencia física, y empezó a ganar confianza. El cuerpo técnico lo notó y lo fue soltando en momentos clave.
“Tanto los Profesores Damián Ayude como Rodrigo Lista me dan mucha confianza, ya sea como titular o desde el banco. Esa confianza es muy importante para un jugador”, reconoce. Esa confianza también se la devuelve con actitud: presiona, corre, incomoda, encara. Su juego está en plena maduración, pero ya muestra herramientas que ilusionan.
“Me gusta mucho Julián Álvarez. No tengo su técnica, pero miro cómo presiona al rival. En eso me siento identificado”, cuenta. No es casual la elección. Como el campeón del mundo, Alan entiende que en el fútbol moderno no alcanza con esperar una pelota en el área. Hay que ir a buscarla. Y cuando la encuentra, define con determinación.
El gol no es su único objetivo, pero es el reflejo de su evolución. Su entorno lo vive con emoción. “Es algo muy lindo jugar en este club tan grande. Estoy feliz de que me hayan abierto las puertas. Mi familia también lo vive con mucha felicidad; siempre me ven por televisión”.
Nacido el 22 de octubre de 2006, en Córdoba, Salas es parte de esa nueva camada que empieza a hacerse notar en la División Reserva. No le sobran los flashes, ni las frases hechas. Lo suyo es más terrenal, más real. El gol lo acompaña, pero es apenas una consecuencia de un trabajo que viene haciendo desde abajo.
Todavía no llegó a la Primera, pero está en la antesala. Y en ese pasillo que conecta el sueño con la realidad, Alan camina firme. Sin apuro, pero con el hambre intacto. Como quien sabe que lo importante no es solo llegar… sino merecerlo.