
(Por Cristian Paladino) – Hay historias que emocionan, no por lo que gritan, sino por lo que construyen en silencio. Historias como la de Laureano Garnica, delantero de la categoría Infantil 2012 (Pre-Novena) de San Lorenzo de Almagro, que acaba de recibir en San Petersburgo, Rusia, el premio al mejor delantero del prestigioso Torneo Internacional Copa L. D. Burchalkin, certamen organizado por el FC Almaz-Antey con el respaldo de la Federación de Fútbol de San Petersburgo.
Garnica dejó su huella en la VII edición del torneo con tres gritos de gol que no necesitaron traducción: uno frente a Kairat (Kazajistán), otro ante el local Zenit (Rusia) y el restante frente al Dinamo Minsk (Bielorrusia). Pero más allá de las estadísticas, lo que cautivó a propios y extraños fue su manera de interpretar el juego. Porque Laureano no es solo potencia, velocidad y presencia ofensiva. También es entrega, lectura colectiva y una capacidad de asistir que lo convierte en un socio ideal para su compañero de ataque, el goleador Ignacio Ocampo, con quien conforma una dupla que combina eficacia y entendimiento en partes iguales.
El premio, entregado nada menos que en territorio ruso, habla de un presente promisorio. Pero Garnica no olvida sus raíces. Nació el 25 de septiembre de 2012 en Daireaux, una localidad del oeste bonaerense profundamente ligada al trabajo agrícola-ganadero, donde el fútbol se vive con pasión, pero también con sacrificio. Allí dio sus primeros pasos en el Club Bulldog, y desde allí comenzó a gestarse este sueño que hoy lo tiene con la camiseta azulgrana.
La oportunidad de saltar a San Lorenzo surgió a fines de 2023, cuando fue observado en una jornada de captación en Trenque Lauquen. A partir de allí, comenzó una etapa de transformación, no solo para él, sino para toda su familia, que hace nueve meses decidió mudarse a Buenos Aires para acompañarlo en este camino lleno de desafíos y aprendizaje.
En este 2024, Garnica comenzó a sumar sus primeras competencias con el Ciclón. Y en apenas unos meses, supo ganarse un lugar no solo en la cancha, sino también en el corazón de sus compañeros y entrenadores, gracias a su humildad, compromiso y rápida adaptación a un entorno completamente nuevo.
Todavía le falta un tiempo para dar el salto al fútbol juvenil —recién en 2026 cumplirá su primer año en esa etapa—, pero este tipo de experiencias internacionales no hacen más que nutrir su formación y encender una luz de ilusión. Porque cuando el talento se combina con valores y trabajo diario, los reconocimientos, como el que recibió en Rusia, llegan solos.
San Lorenzo celebra el presente de Laureano Garnica, pero sobre todo acompaña su proceso. Porque en el Semillero Azulgrana, las raíces se cuidan tanto como los frutos.